lunes, 9 de mayo de 2011

La Viña

Hacia 1505 se plantaron las primeras cepas en la isla de La Palma, traídas por  los conquistadores. Su cultivo solía realizarse se junto a árboles frutales y huertas de  hortalizas en terrazas excavadas en las laderas volcánicas entre los 600 y los 1200 m. s. n. m.  La exportación  comenzó en el siglo XVI. La variada procedencia de los conquistadores y de los posteriores colonizadores que traían sus propias cepas de la planta ha dado lugar a unas  variedades  inigualable en cualquier otra zona de cultivo de la vid  del planeta: Negramol, Listán Blanco,  Bujariego,  Albillo, Almuñeco, Sabro, Gual, Verdello, Listán Prieto, etc., aunque no todas se encuentran  actualmente en La Palma.

El vino se erigió como una de las principales fuentes de ingresos para la economía debido a que necesitaba de numerosos trabajadores para mantener en buen  estado las explotaciones y a que suponía un buen sustituto para la caña de azúcar, que ya se encontraba en un estado de decadencia motivado por la competencia con las enormes y más fácilmente edificables plantaciones americanas.
Desde principios del siglo XVI la calidad del vino se impuso de tal forma en los palacios de las principales cortes europeas que nunca faltaba el Malvasía, cultivado en Fuencaliente, que “alegra los sentidos y perfuma la sangre" según palabras del propio Shakespeare. Robert Louis Stevenson, Walter Scott y Lord Byron también alabaron  nuestros vinos, llegando a alcanzar su edad de oro en este siglo.


Esta justa fama y la privilegiada situación geográfica de la isla, escala obligada de las principales rutas comerciales de aquellos tiempos, originaron un floreciente comercio de vinos que convirtieron al cultivo de la vid y la exportación de sus vinos en la principal fuente de riqueza.
Sin embargo, desde finales de la segunda mitad del siglo XVI comienza un lento proceso de decadencia de los vinos canarios,  relacionado con un progresivo cierre del mercado inglés.
A principios del siglo XVII se aprueba un tratado comercial de Inglaterra conocido como la Staple Act, cuyo efecto es la  prohibición de la venta de vinos procedentes de explotaciones  canarias por parte de los comerciantes particulares  a las colonias inglesas, desde donde llegaba a Londres. Empieza entonces la competencia directa con los vinos de Oporto y Madeira.

En el siglo XVIII el comercio con los ingleses se volvió difícil debido a que los vinos se tienen que vender en suelo de Gran Bretaña para acceder legalmente al mercado inglés, lo cual provoca que los vinos tengan que ser transportados en barcos y vendidos a mayor precio para compensar los gastos del viaje, hecho que ocasiona una reducción en el número de clientes que pueden permitirse la compra de la botella. Si se venden en colonias inglesas aumenta el número de compradores y no hay que pagar el pasar por puertos extranjeros, lo que hace este comercio más rentable, mas hay que pagar una severa sanción comercial que equilibra ambos métodos.  Aparte de esto, el puerto de Garachico, por el que tenían que pasar primero los vinos, fue destruido y se necesitaron varios años para desviar el tránsito naval a otros  puertos. No obstante el vino canario, en especial el Malvasía de La Palma, siguió contando con  un amplio mercado, tanto en otros países (por ejemplo, Francia, aunque tenía que competir con los vinos del Sur de Francia)  como en el interior.



En el siglo XIX llegó el declive definitivo de los vinos palmeros a causa de un bloqueo naval inglés que se mantuvo durante  toda la ocupación francesa de España. Durante este periodo el vino palmero perdió fama y popularidad. Sin embargo, tras la liberación del régimen francés de Napoleón Bonaparte se reanudó la actividad económica de la vid en las islas. No obstante, esta fuente de ingresos decayó definitivamente con la invasión de dos plagas en la segunda mitad del siglo XIX: la del oídio en 1852 (producida por el hongo Uncinula  necátor) y la del mildiu en 1878 (producida por el protoctista Plasmopara vitícola). Estas dos plagas arrasaron las  plantaciones. Dejaron al sector vitícola con necesidad de recuperarse varios años, tiempo durante el cual el vino no se exportó, circunstancia que sus competidores aprovecharon para extender la demanda, perdiendo la popularidad que poseía  y quedándose fuera del mercado internacional.


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