La relación de Canarias con el tabaco comienza a mediados del siglo XVII, cuando un gran número de canarios empiezan a embarcarse en barcos como inmigrantes a Cuba, donde participaron activamente en el cultivo y producción de esta planta para la elaboración de puros, adquiriendo los conocimientos de su elaboración y asentando las bases de los que serían los métodos personales y promotores de las empresas tabaqueras que aquí se fundarían.


A principios del siglo XVIII se iniciaban en la Isla de San Miguel de La Palma las primeras plantaciones de tabaco. Éstas no eran explotaciones dedicadas a la competitividad en el mercado ya que por aquel entonces existían otras fuentes de ingresos más extendidas en la isla como la seda y más tarde la cochinilla, mas entrar en detalle sobre estos dos sería menester del trabajo de ganadería.
Sin embargo, las plantaciones de tabaco comerciales surgieron en el siglo XIX, concretamente en 1847, al decaer el comercio de la cochinilla debido a una fuerte competencia y ser eliminado completamente en 1880 con la aparición de los tintes sintéticos, cuya producción era más fácil, barata y menos trabajosa.
Estas primeras plantaciones estuvieron al cargo de inmigrantes o descendientes de éstos que habían regresado, quienes supervisaron la instalación de las explotaciones y su funcionamiento con la ayuda de las variedades y conocimientos adquiridos en los latifundios americanos.


Desde el principio, y sirviéndose de la experiencia de lo que había les había ocurrido a otras plantaciones centradas en un mismo producto en el pasado, la producción estuvo centrada no en ofrecer un abastecimiento del producto a toda la demanda, sino en una producción de puros artesanal y de gran calidad sumamente elaborados.
Gracias a esta política comercial (y en ocasiones gracias a ayudas de la Unión Europea) se ha logrado que muchas de las empresas artesanales que se fundaron hace décadas persistan hoy habiendo resistido al paso del tiempo. Entre estas marcas se encuentran, como ejemplos, El Sitio, que conserva la única finca de cultivo de tabaco palmero, o Tabacos Vargas, que ha contado y cuenta con clientes tan ilustres como Winston Churchill o la Casa Real Española.


Sin embargo, se da la situación de que unos 300 años después de que a principios del siglo XVIII aparecieran las primeras plantaciones en La Palma sólo se puede encontrar en la isla una pequeña plantación testimonial en San Isidro perteneciente a El Sitio, con unos 1.000 kilos anuales de producción, que se aleja considerablemente de los 300.000 kilos de tabaco en rama que se llegaron a producir hace algunas décadas. Las semillas actuales llegaron desde Cuba durante la década de 1940. Son de una variedad de origen cubano que es llamada popularmente “pelo de oro”.
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